El ciclismo necesita pocos ingredientes para convertir un día con pinta de anodino en inolvidable. Concretamente dos: un recorrido apropiado, 262 kilómetros a través de los Abruzzos, y valentía, mucha valentía. En el km 20, en uno de los pocos tramos llanos de la jornada, se formó una fuga de ¡56 corredores! con gente como David Arroyo, Carlos Sastre, Xavi Tondo o Wiggins. Por delante, un puerto de primera, dos de segunda, la lluvia y el frío. En un plis-plas ya le sacaban 10 minutos al pelotón.
Por detrás, la maglia rosa se desentendió del asunto. Vinokourov dice que esa tarea "le correspondía a otros". Tampoco quiso saber nada Evans. Los dos carecen de equipo para asumir responsabilidades de tal calibre, así que su error fue de percepción: si se meten en el corte, no hubiera prosperado. Basso y Nibali, a los que respalda el potente Liquigas, no dieron la cara. Sus compañeros Kiserlovski y Agnoli marchaban en cabeza. Con la cantinela del "Tira tú, que a mí me da la risa", la escapada alcanzó una ventaja máxima de 17:50. Vistos una diferencia y unos rivales tan considerables, Vinokourov, Evans, Basso y Nibali tuvieron que pasar al relevo para minimizar pérdidas, finalmente mayúsculas. Se dejaron 12:45. El fuera de control se fijó sobre los 39 minutos. Un grupo de 44 corredores terminó a 39:30. Otro de 42, a 46:31. La organización repescó a esos 42 ciclistas.
Tras la escabechina, Richie Porte, un australiano de 25 años que hasta los 21 se dedicó al triatlón, lidera la carrera. Arroyo, a 1:42, ha quedado en una posición inmejorable para conquistar la Corsa Rosa, por todas las montañas que faltan por subir y lo buen escalador que es. Tondo, a 3:54, se convierte en aspirante al podio. Como Sastre, reengachado a 7:09. Ayer comenzó un nuevo Giro, aunque está espectacular desde la salida de Amsterdam. Todavía falta la brutal tercera semana. Prepárense para más batalla.
