La etapa de ayer no tuvo ningún misterio. De hecho, los corredores se tomaron directamente un día de descanso, porque la fatiga ya se va notando en las piernas y en la última semana es siempre bueno economizar fuerzas. Además, el hecho de que dos ciclistas se fugaran pronto e hicieran camino solos facilitó el día de relax. Luego se pusieron a tirar el Quick Step, el Liquigas y el Astaná, los escapados fueron absorbidos, y se llegó al previsible sprint final en Zamora, donde Tom Boonen demostró que se encuentra en un gran momento de forma y aprovechó el gran trabajo de sus compañeros.

Que Boonen esté tan bien a estas alturas de la Vuelta es un dato a tener en cuenta para el Mundial de Varese. Él es otro velocista puro como Óscar Freire, y seguro que está tan interesado como mi paisano en que el campeonato se dispute en una reducida llegada, de unos 40 corredores. El belga tendrá hoy en Valladolid otra oportunidad de añadir una nueva etapa a su palmarés en la carrera, ya que después se dedicará a preparar el asalto a su segundo arco iris. Como lo hará también Paolo Bettini, otro que ha dado un gran espectáculo en nuestra ronda.