Se acabó la montaña y empezó la locura, porque día sí y otro también en los inicios de etapa la gente va desbocada, con la necesidad imperiosa de estar en el corte bueno, en el que haga hueco y llegue a meta. Aún hay corredores y equipos que buscan imperiosamente el beso de la azafata. Cuando la necesidad aprieta, se vuela.
En esa locura ocurren situaciones como la de ayer, que sin ser la bajada a tumba abierta de un puerto de Categoría Especial o una llegada masiva al sprint, una montonera en el pelotón acabó con cinco ciclistas en el hospital, y muchos más con golpes y magulladuras. Sven Montgomery se destrozó literalmente la cara, con fracturas en los pómulos y la nariz. Cuando le recogieron, bañado en sangre, se temió lo peor. Por fortuna, saldrá de esta, como Pozzi, Heppner, Chente García Acosta...En el Tour la guerra siempre está ahí.