VUELTA PAÍS VASCO

Purito se cala la txapela

Gran contrarreloj de Joaquim Rodríguez, que se anotó dos etapas y la victoria final en la Vuelta al País Vasco. Henao y Ion Izagirre completan el podio. Dumoulin ganó la etapa.

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Purito se cala la txapela
Javier Etxezarreta EFE

El Purito está de vuelta. Un año en tinieblas ha dado paso al sol radiante de la victoria. Dos victorias, en Zumarraga y Arrate, parecían suficientes para su renacimiento. “La Virgen tendría que ser muy grande para sumar más”, explicaba en la cima mítica del santuario. “Yo sólo quiero volver a ser Purito”, gritaba. No era bastante eso. Las migajas, porque quería el premio gordo. La txapela. Y la consiguió. En realidad usó la picaresca: “He ejercido un poco de futbolista mentirosillo, quería más”. Se llevó el triunfo en la Vuelta al País Vasco en el último kilómetro, síntoma de la grandeza de esta Itzulia. La crono era un postre aún más bendito que la tramoya previa. Los pasos intermedios acentuaron la emoción: en el kilómetros siete y medio sobre los 18,3 de la etapa, el joven Simon Yates era virtualmente ganador; en el 10,7 también prevalecía si figura; y en el catorce había que echar mano de las centésimas entre Henao y Purito, porque iban empatados.

Tardó en proclamarse ganador a Joaquim, porque los jueces estuvieron estudiando a fondo la bici que utilizó en el último tramo. Parecía que Quintana corría solo, pero quedó cuarto porque había tres muy grandes por delante. Tampoco le ayuda mucho los repechos agresivos y los cambios de ritmo bruscos del trazado vasco; a él le van perfiles más constantes. Cuando había que cambiar de ‘burra’ en la crono se atascó un poco; el mecánico se tiró un rato largo con la puerta abierta del coche esperando que el ciclista decidiese frenar, mientras Eusebio Unzué se impacientaba. Hizo el cambio a los 13 minutos. Habría que ver hasta dónde podría haber llegado Ion Izagirre, el campeón de España que completó el podio como tercero, si no se hubiera dedicado a arropar al líder colombiano. Este fue cuarto en la general y Yates, quinto.

Joaquim se salió en un terreno que no es su mejor cinta transportadora. Una crono con bajada de inicio, que acababa con la subida al muro de Aia, ya explorada ayer. El primer tramo era rápido y técnico. Por la dureza de las rampas costaba coger el ritmo. Había que controlar bien los esfuerzos. En ocho minutos se ponían en Orio y luego se trataba de coger ritmo, pero había unas bajadas que despistaban. Se acabaña con 20 minutos de de subida, con el muro final.

Los ciclistas optaron por la ‘cabra’ de salida y luego cambiaban a bici normal para el tramo de escaladores puros. Purito se lo tomó como si se tratase de una fuga. Se jugó el tipo en el descenso y al escalar dejó un átomo de fuerza para el último tramo, ese peatonal que llegaba tras un arco. En los últimos dos kilómetros y medio Henao, que se había vaciado demasiado, cedió trece segundos ante el poderío del catalán.

Spilak se quedó clavado en la rampa de despegue por un problema mecánico; se tuvo que bajar, volvió a cabalgar y le cortó el ritmo. Zakarin también fue borrado por un imprevisto similar. Y Scarponi no tenía el día. En el kilómetro 7,5 Purito marcaba 7:53, un segundo mejor que Henao. Por ese punto la clasificación hervía: Izagirre estaba volando (7:38) y tras él Kwiatkowski, a un segundo y Yates a cuatro. Nairo andaba algo lejos (a 14) pero tenía la txapela a tiro. El maillot amarillo era Yates, el joven británico que modela el Orica. Parecía que el equipo que dirige Stephens había dado en el clavo el primer día y se olvidaría de lo demás, pero no despreciaba un premio tan jugoso.

Con casi dos tercios consumidos (en el kilómetro 10,7), Kwiatkwoski era una centella (10:55). Izagirre viajaba a dos segundos del polaco, Yates a ocho, Purito a 24, Henao a 25 y Quintana a 26. En el kilómetro 14, en el alto de Aia, todo estaba abierto: Ion Izagirre paraba el reloj en 20:45, con Purito en 20.56 y Henao en ese mismo tiempo. Purito lloró de alegría otra vez tras su exhibición final. Ya había estado en el podio, como segundo y tercero, y subió al primer peldaño. En Euskadi, donde pedaleó como amateur en el Iberdrola, una tierra que ama con locura. Joaquim cayó en el Giro el año pasado y su vida parecía cambiar para siempre. Se vio contra las cuerdas, pero, apoyado por el Katusha, está de regreso.