Sólo un grupito de aficionados se acercó hasta el podio, un lugar de difícil acceso en la meta de Ponferrada, antes de que finalizara el Mundial de crono. Esos seis espectadores portaban una bandera, la del Reino Unido, que ataron con mimo a una valla. Y sólo por la tremenda alegría que se llevaron cumplió Bradley Wiggins, al que le faltó tiempo para celebrarlo con un tercio de Mahou.

El británico superó a Tony Martin de manera inapelable, por 26 segundos. El alemán no pudo empatar con Cancellara con el cuarto arcoíris consecutivo, y su disgusto era notable: “Bradley es un gran corredor. Quizá la contrarreloj por equipos no resultó la preparación más adecuada, me sentí un poco cansado. No me considero una máquina infalible, aunque se me viera como el gran favorito”. Tom Dumoulin, un prometedor neerlandés de 23 años, completó el cajón en la tercera posición.

Wiggins colecciona en pista seis títulos mundiales, tres oros, una plata y dos bronces olímpicos. En los Juegos de Londres se proclamó campeón de contrarreloj: “Este maillot supone la guinda a mi palmarés, además en mi última participación. No defenderé el cetro en Richmond”. Tiene claro por qué: “Tras conquistar el Tour, dominar en la pista y en la crono, me faltan la Roubaix y el Récord de la Hora para que se me recuerde como a un ciclista de leyenda”. Y el Sir mod se ha empeñado en conseguirlo.

Hasta la llegada de los bólidos, Jonathan Castroviejo ocupó una plaza dentro del podio, tercero provisional, en el hot seat: “Terminar décimo me hace ilusión, era la meta. Quizá se trata de mi mejor contrarreloj en un Mundial”. Por su parte, Markel Irizar concluyó lejos, el 34º: “Me fallaron las fuerzas al final”.