El delfín del mundo

VUELTA A ESPAÑA

El delfín del mundo

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EFE

Un ataque explosivo de Dani Moreno en el último repecho no pudo ser contestado ni por el gran Cancellara. El 'Tiburón' arrebató el liderato a Horner.

La biología desmiente el rumor de que Dani Moreno pueda ser hijo de Purito Rodríguez. Aunque es bien conocida la explosividad de Joaquim, parece excesivo imaginarlo disputando carreras, o encendiendo habanos, a la tierna edad de tres años. De lo que no hay duda es de su condición de discípulo aventajado. Dani Moreno sigue los pasos de Purito con la perseverancia de un peregrino, como si resultara sencillo pisar las huellas de uno de los ciclistas más competitivos de los últimos tiempos.

Ayer Dani Moreno venció en Finisterre y lo hizo con las mismas armas de su jefe de filas y maestro Jedi, con un furioso arreón en el último momento, incontestable incluso para Cancellara. No puede ser sorpresa el triunfo del último ganador de la Flecha Valona. Lo que asombra es la constancia de Dani Moreno a la hora de calcar la hoja de ruta de Purito, hasta el fin del mundo. Quién sabe si en los tres años que los separan, el aprendiz de Purito no luchará por los grandes podios que Joaquim Rodríguez ha incluido en las últimas temporadas entre sus objetivos. Dani lo tiene todo. Solamente le falta, si acaso, un buen apodo.

La etapa, para no alterar el guión de los últimos días, fue un éxito desde el punto de vista del recorrido y del márketing. Ézaro era un reclamo irresistible, pero la idea de terminar en el Fin del Mundo ejercía sobre espectadores (y sospecho que también sobre los ciclistas) un encanto milenario. Conociendo a Javier Guillén, no era descartable que la organización hubiera colocado tras la pancarta de meta los monstruos que la leyenda imaginaba en el mar incógnito. Por suerte sólo se divisaron azafatas, besos y rosas de tallo largo. No pinta mal el más allá.

Para añadir novedades a la jornada, Chris Horner cedió seis segundos y perdió el maillot rojo en favor de Nibali, que estos primeros días se ve empujado al liderato por una fuerza superior. El americano no resistió el empuje de los mejores en los últimos metros y no faltará quien culpe a sus 41 años, insinuación que nos resulta especialmente ofensiva a los cuarentones, como si no hubieran llegado 176 ciclistas tras él. RadioShack, finalmente, fracasó por partida doble pese a su esfuerzo por controlar: se quedó sin líder y sin victoria en Finisterre.

Aunque no dejó heridos, Ézaro no defraudó. La violencia de sus rampas encaja muy bien con el entorno salvaje de la Costa de la Morte y con la filosofía de la Vuelta: ni una siesta en paz. Además nos descubrió a un corredor interesantísimo, el francés Nicolas Edet (25 años), de Cofidis, superviviente de una escapada multinacional (finlandés incluido). A pesar de las buenas sensaciones que nos dejó, no le cargaremos con la cruz de ser la nueva esperanza del ciclismo francés (ya la lleva Pinot); nos bastará con apuntarle como relevo del gran Moncoutié.

Hoy la Vuelta abandonará Galicia camino del Lago de Sanabria. Lo que ha parecido una vida entera (hermosa) han sido en realidad cuatro etapas. Faltan 17. El mundo sigue.

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