Siempre Hushovd

Ciclismo | Vuelta 2010 | 6ª etapa

Siempre Hushovd

Siempre Hushovd

reuters

Se esperaba movimiento en la Cresta del Gallo y lo hubo, pero sólo afectó a una parte de los velocistas. Esa circunstancia aprovechó Thor Hushovd para imponerse con cierta comodidad en el sprint de Murcia. Gilbert quiso arañar unos segundos de bonificación y no lo logró.

La etapa de ayer ofrecía la posibilidad de un ataque de los favoritos en la Cresta del Gallo (sierra que recibe ese nombre por su perfil galliforme de color rojo), movimiento que nos habría deparado un apasionante y peligroso descenso camino de Murcia, donde los gallos (nunca mejor dicho), después de una vibrante persecución, se arañarían preciosos segundos para la clasificación general. No sucedió nada de esto, ni remotamente. Ganó Hushovd. Suerte que Hitchcock nos enseñó que la expectativa es más importante que el de­senlace. Y a veces es cierto.

No pretendo desmerecer a Hushovd, quede claro. Se trata de un ciclista que honra el maillot que viste y que nos hace ver a los noruegos, sus compatriotas, como descendientes directos de Thor, el dios del trueno. No es extraño que ese sea su nombre de pila. Hushovd, habitual en los podios del Tour (su última victoria fue en Arenberg), bien podría correr con capa y martillo, como la divinidad mitológica.

Criba.

Sin embargo cada victoria de Hushovd acarrea cierta decepción (y que me perdonen los dioses), porque indica que hubo suficiente batalla como para cribar a algunos velocistas, pero no bastante como para que afectara a los favoritos de la carrera.

También significa que no ganó Freire. Y en esta ocasión no fue por poco. El triple campeón del mundo, con problemas respiratorios (acaba de ser operado de sinusitis) se presentó a 10:31, en un grupo que incluía, entre otros, a Petacchi y Hutarovich. Dos minutos más tarde llegaron Cancellara y Cavendish, por citar a dos soldados que se rindieron pronto.

Lo cierto es que el ritmo en la subida fue tan intenso que el pelotón no tardó en partirse en dos; también cayeron los fugados. Ese efecto tienen los arreones de Karpets, que está luciendo como gregario lo que no terminó de brillar como promesa. La absoluta implicación en la carrera de Katusha (equipo impulsado por el gas natural ruso, ojo) confirma cada día a Purito como favorito para todo.

Tal vez sea consecuencia de un complejo (tantas Vueltas en familia), pero resulta reconfortante comprobar que, pasados los primeros días y riles, ninguna figura se borra.

Muy líder.

Ni siquiera el líder. Gilbert no sólo se dejó ver en la ascensión (muy a su medida, no le pidan más), sino que, tras atacar en el descenso, quiso entrar en el sprint para hacerse con algunos segundos de bonificación. O dicho de otro modo: le gusta el rojo y admira a Custo.

Poco tenía que hacer, no obstante, en una llegada plana que se jugó entre los velocistas supervivientes. Y entre ellos no había ninguno tan fuerte como Hushovd. Bennati fue segundo y Euskaltel, cantera inagotable, nos mostró a otro de sus sprinters, Pablo Urtasun. Bienvenido al volcán.