Una clásica belga en plena Sierra de la Pandera

Ciclismo | Desde la meta

Una clásica belga en plena Sierra de la Pandera

Valdepeñas por fin acogió su etapa

He cubierto treinta grandes, pero nunca había vivido una etapa tan emotiva. Y les diré por qué: mis padres, mis abuelos (y varias generaciones más) son naturales de Valdepeñas de Jaén. Yo nací en Madrid, pero los veranos de mi infancia los pasé aquí. Desde la azotea de la casa de mis abuelos Rosa y Antonio, en la Calle Veracruz, se divisaban entonces las luces del cuartel de La Pandera.

Qué buena etapa se podría organizar, me dijo alguna vez mi primo Juan. Sin embargo, fue Juani Zafra, la hija del carpintero y vecina de mi tío Antonio, la que descubrió este alto a la organización de Unipublic con el envío de una carta. Se estrenó en la edición de 2002 y repitió en 2003, 2006 y 2009. La Pandera es un monte con vertiente a otro pueblo, Los Villares, que acaparó siempre la publicidad, ante la frustración de la localidad vecina, porque la carretera de ascensión pertenece a su municipio. 'La Pandera es valdepeñera', reivindicaba ayer un rótulo. Por eso, Valdepeñas pujó por acoger su propia etapa.

La impulsora fue María Angustias Velasco, diputada de deportes de Jaén, natural de este pueblo e hija del boticario, junto a la alcaldesa, Mari Paz del Moral, la hija de El del lunar.

El muro.

Una vez concedida, se montó algo especial: un final propio de una clásica belga. Un muro que arranca en la Calle Vilches, donde viven mis tíos Serafina y Javier, continúa por Farjas, donde alcanza el 27%, y sigue por El Chaparral, por la puerta de mis primos Rosa y Domingo, y donde ayer, éste que escribe, reventó a aplaudir junto a varios familiares. Emocionado.