¿Cómo se siente?

Esta victoria tiene un sabor especial. De todos los triunfos que he conseguido, éste es el que más me satisface. Había gente que tenía dudas sobre si era un corredor para pruebas de tres semanas y por fin he podido demostrar que lo soy.

Ahora, ¿a por el Tour?

Esta Vuelta ha sido tan dura como lo puedan ser el Giro o el Tour. El Tour es más difícil, pero también sé que puede estar a mi alcance.

Esta vez no tuvo su famoso mal día...

Todos los corredores, incluso los que ganan, tienen algún día malo durante una Vuelta de tres semanas. Pero hay que saber llevarlo y que no se note. La madurez y la experiencia me han enseñado a disimular.

¿Cuál fue el peor momento en la carrera?

Sólo en La Pandera mostré debilidad. Pero fue durante un kilómetro, conocía bien la subida, dosifiqué mis fuerzas y enseguida me vine arriba.

Se le ha visto más conservador en esta Vuelta.

Unzué me lo venía diciendo durante los últimos años y esta vez le he hecho caso. He cambiado mi forma de correr, he pasado de atacar a ahorrar energía, como el eslogan del maillot amarillo que llevo. No sólo en esta carrera, en las tres anteriores que he ganado, Volta a Catalunya, Dauphiné Liberé y Vuelta a Burgos, tampoco me llevé etapas.

¿Le facilitó las cosas el pinchazo de Evans?

Evans hubiera seguido muy cerca si no llega a ser por ese pinchazo. Tuvo mala suerte, pero son circunstancias de carrera ante las que no se puede hacer nada.

En noviembre, el TAS decide sobre anular la suspensión de dos años del CONI o extenderla mundialmente. ¿Qué espera?

No pienso en lo que pueda pasar en noviembre. Cuando llegue el día, lo sabremos.