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Ciclismo | Vuelta a España | 3ª etapa

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JESÚS RUBIO

Holanda y Bélgica despiden hoy a la Vuelta. Ganó Henderson

No es la Vuelta a España, es la vuelta al mundo. Ayer, para demostrarlo, venció Greg Henderson (Columbia), un neozelandés nacido en Dunedin, casualmente (o no) la ciudad donde se disputó la primera carrera ciclista del país kiwi, allá por 1869. La victoria de Henderson, inesperada hasta para él, es la segunda de un neozelandés en la Vuelta, después de la conseguida por Paul Jesson (Splendor) en 1980, en la meta de Santander. La historia de Jesson también merece ser recordada. Poco después de su más prestigioso triunfo sufrió un grave accidente de coche y, como consecuencia de las heridas, le fue amputada una pierna; hasta Eddy Merckx corrió en su homenaje. Pero Jesson era más fuerte que el destino: en 1990 volvió a montarse en una bicicleta y en 1998 ganó dos títulos mundiales en los campeonatos paralímpicos.

Valga la digresión para aliviar el guión de la típica etapa resuelta al sprint, sin más novedad que el exotismo del ganador y el sol que calentaba el norte de Europa. Porque tampoco ayer hubo cambio de líder. Ni Ciolek (a 6 segundos), ni Boonen (a 8), ni Farrar (a 12), ni Mouris (a 14), ni Bennati (a 16) se clasificaron entre los tres puestos bonificados y Cancellara disfrutará un día más de un liderato que nadie le discute.

Freire, al que su equipo prometió ayuda, acabó en tercer lugar sin que las promesas terminaran de concretarse. La mejora, no obstante, nos indica que el cántabro está ajustando cabeza y piernas y no tardará en mostrarse magnífico, travieso y solitario, justo como es él. Recuerdo que el Mundial de Mendrisio (27 de septiembre) está cerca y Óscar persigue su cuarto título, lo nunca visto.

Los héroes del día fueron un explosivo empleado de banca (Boom, del Rabobank), un agente de cámpings (Hoogerland, Vacansoleil) y un promotor turístico (Rosendo, Andalucía). Se fugaron a los dos kilómetros y el pelotón, cruel, les dejó tomar hasta 10 minutos de ventaja. Ni tuvieron opción ni la soñaron, pero al menos nos dejaron la huella subliminal de unas vacaciones campestres en Andalucía con dinero en el bolsillo y holandesas por doquier. El ciclismo es rentable, créanme.

Por detrás se repitieron los movimientos de la fiera. Primero Saxo Bank cumplió el trámite en cabeza para honrar su liderato. Tanto lo honró que hasta Andy Schleck ejerció de aguador. Después se relevaron los equipos con velocistas, pero midiendo fuerzas, como si jugaran con las tres gacelas. Así se cruzó por Alemania, país de pasión ciclista, pero donde la depresión del dopaje ha dejado el ciclismo sin más equipo que el Milram.

Histórico.

A 25 kilómetros de la meta sólo el tenaz Rosendo se mantenía en cabeza con apenas 40 segundos de margen sobre la jauría. El resto del guión también fue repetido a excepción del desenlace. Cuando intuíamos una presencia ilustre en la volata, se cruzó el bueno de Henderson, que se ha ganado un lugar en la historia del ciclismo neozelandés junto a Paul Jesson, Harry Watson (28º en el Tour de 1928) o, más exactamente, junto al pionero maorí Bill Pratney, conocido como "Bye-Bye Billy" por sus ataques demoledores en las llegadas. En segunda posición, por cierto y ligeramente exótico, se presentó el esloveno Borut Bozic.

Dicho sea sin faltar, lo de ayer fue una broma comparado con lo que nos espera hoy. La jornada que conduce al pelotón hasta Lieja, última de las etapas internacionales, pisa la huella de dos clásicas fabulosas, la Amstel Gold Race (patrocinada por la empresa cervecera) y la Lieja-Bastoña-Lieja (creada en 1892).

El kilometraje (225 km), los constantes repechos y la lluvia están llamados a convocar a la crema de la carrera, con diferencias que ya podrían ser considerables. Y a eso habrá que añadir el estímulo de un liderato cogido con alfileres.

Habrá público, leyenda y prisas obligadas: nada más llegar, los ciclistas volarán hasta Reus, ya que la carrera se reanuda mañana en Tarragona.