Contador vuela sobre el Tour

Ciclismo | Tour de Francia

Contador vuela sobre el Tour

Contador vuela sobre el Tour

Ganó la crono de Annecy y sentenció la carrera. Armstrong recuperó el tercer puesto a la espera del Ventoux. Andy Schleck mantuvo la segunda plaza.

La de ayer no fue una victoria más. Fue un triunfo que mide la importancia de un ciclista y que permite hacer una proyección casi científica de sus éxitos, adivinarle un lugar en la historia. Alberto Contador no es sólo un escalador, un grandísimo escalador. Es también un contrarrelojista magnífico, capaz de doblegar al señor Cancellara, campeón olímpico en Pekín y del mundo (dos veces, 2006 y 2007). Puestos a definir su especialidad nos encontramos con el primer dilema. Para quien tenga la tentación de localizar su hábitat en las montañas habrá que decirle que, tomando como referencia a Andy Schleck, ha ganado más tiempo en las cronos individuales (2:27) que en las cuestas (1:04). De manera que no es diestro, sino zurdo, o quizá todo lo contrario.

Es la dificultad de distinguir su punto más fuerte lo que nos impide intuirle una mínima grieta. Miguel Indurain, por ejemplo, subía con absoluta solvencia pero le incomodaban los escaladores ligeros y eléctricos. Contador sería uno de ellos. Perico Delgado, en otro nivel, dominaba en las montañas y tropezaba contra los depurados contrarrelojistas. Justo como Contador.

La excelencia nos sitúa ante un corredor con los ilimitados recursos de Hinault (cinco Tours, tres Giros y dos Vueltas), por no citar a mayores glorias y ser juzgados por herejía. Lo esencial desde este preciso instante, a sus 26 años y con el palmarés de una estrella, es que Alberto Contador determine qué tipo de campeón quiere ser; este es el momento en que debe decidir si desea ser un campeón del Tour o del ciclismo (cosas parecidas, pero no idénticas), de grandes vueltas o de cualquier carrera que reparta prestigio (clásicas, mundiales, campeonatos de España...).

A partir de ahora será fundamental que Alberto Contador se rodee de buenos consejeros, y me refiero tanto a los asesores íntimos como a los profesionales, al equipo, en definitiva. Creo que ya podemos decir que se equivocó al fichar por el Astaná, formación estigmatizada por un pasado turbio (lo que le valió la exclusión del pasado Tour) y que le ha abandonado ahora en plena carrera. La última prueba la tuvimos ayer en un gesto que descubre una infidelidad que ya no se podía ocultar más: a tres días del final, Johan Bruyneel despreció al líder y prefirió acompañar el esfuerzo de Armstrong en su bicicleta amarilla, sin importarle el que dirán. Así es el amor, siempre nos quedará París.

Autoridad.

En este juego de elecciones también se hace necesario compatibilizar la bondad con la firmeza. Llegados a este punto y a esta altura no se puede ser demasiado bueno, sólo lo justo. Conviene un ramalazo de autoridad que igual se puede manifestar contra un director infiel que contra la peste del dopaje. Esta última responsabilidad compete a todos, es verdad, pero especialmente a quien ha sido confirmado como el nuevo rey del ciclismo.

Como pueden observar, la victoria de Contador en la crono de Annecy propició numerosas reflexiones. Fue, en cierto modo, un triunfo hacia el futuro. Tan demoledor resultó. Y también incluyó guiños que nos ofrecen enseñanzas y moralejas. Al poco de partir, el líder perdió la comunicación con su coche. Lo que significa que corrió sin pinganillo, sin más voz que la de su conciencia. Sin más referencias que las que cazaba de reojo en los puntos oficiales, sin nadie que le indicara cuando apretar o respirar. Así superó curvas mojadas, rectas eternas y así voló en el puerto de Bluffy, donde terminó de fulminar a sus rivales. Así ganó.

Tres segundos.

Cancellara perdió por tres segundos y su asombro debió asemejarse al de Federer, otro suizo, en la primera conquista de Nadal sobre la hierba de Wimbledon. A nadie le gusta que acampen en su jardín. Sólo el español y el helvético superaron los 50 km/h de media. Los favoritos se distanciaron en orden a sus facultades en la especialidad. Wiggins concedió 43 segundos perjudicado por una caída, Klöden entregó 54 y Armstrong, más minado por los años que por la técnica, se dejó 1:30. Los Schleck cayeron como se esperaba: Andy perdió 1:45 y Frank 2.34. Carlos Sastre, en pelea con sus demonios, regaló 3:47.

Como resultado de esa escabechina de tiempos, la general se ordena de forma muy sugerente, a la espera, mañana, del Mont Ventoux. Contador disfruta de una ventaja de 4:11 sobre Andy Schleck y de 5:25 sobre Lance Armstrong, que ayer recuperó el tercer puesto del podio. Pero le acechan los lobos. Bradley Wiggins está a 11 segundos del norteamericano, Andreas Klöden a 13 y Frank Schleck a 34. Será interesante observar cómo se defiende el siete veces ganador de los ataques de sus adversarios y será curioso averiguar si entre ellos está su compañero de equipo o si Bruyneel le da permiso. Eso sí, nuestro morboso interés no debería impedirnos reconocer el inmenso mérito de un ciclista de 37 años, que ha regresado después tres retirado. A Armstrong sólo le hace venenoso la soberbia y el deseo de manejarlo todo. El resto se puede comer.

Más españoles.

Algo más lejos del foco de los favoritos hubo otros dos españoles destacados. Luis León Sánchez sólo cedió 44 segundos con el vencedor y el gran Mikel Astarloza 1:48, lo que coloca a este último en el puesto noveno de la clasificación general, el mismo que firmó hace dos años. También ésa es una buena noticia: no sólo existe Contador, hay otros caballeros en este reinado.