El Tour es de Sastre.
Otro español que gana aquí. España está en su apogeo deportivo. Allí se tiene buena mentalidad que bien se podría reflejar en Carlos: constancia en el trabajo y resistencia para un hombre que ha trabajo duro para que le llegue este momento. Hay que felicitarle. Tuvo su ocasión y la aprovechó.
¿Qué representa el triunfo de Sastre?
Una victoria magnífica y la recuperación de un ciclismo humano, el que teníamos en la retina de cuando éramos pequeños e íbamos a ver pasar el Tour por la puerta de casa.
¿Ciclismo humano?
Me refiero a que volvimos a ver las caras de sufrimiento en las subidas, el cansancio de la tercera semana que provocó, por ejemplo, que Sastre mantuviera el maillot amarillo en la contrarreloj de Saint Armand Montrond pese a no ser un especialista. Ese es el ciclismo que queremos en el Tour.
¿Cómo vio a Sastre?
Supo sacar partido a su ataque en el Alpe d'Huez. Arriesgó y ganó. Intentar vencer en un puerto mítico como el Alpe d'Huez suele tener recompensa. Me gusta ver a un maillot amarillo que ataca.
Evans no lo hizo.
Y volvió a quedar segundo. Evans también es humano.
¿Sastre es el vencedor que quería la organización?
La organización no elige a sus ganadores. Sastre no es para nosotros ninguna sorpresa. Es un corredor que ha seguido una progresión normal. Lleva muchos años con buenos resultados en el Tour. Y con la veteranía le han llegado los resultados. Ese también es el ciclismo que queremos.
¿Y el ciclismo del dopaje?
Ese va a existir siempre. En un pelotón de 180 corredores siempre habrá tramposos que quieran saltarse las normas. Lo que pretendemos es cazarles. Y hemos demostrado que si se quiere se puede. Los que no pueden es porque no quieren.
¿Les ha ido mejor yendo por libre, al margen de la Unión Ciclista Internacional?
La colaboración con la Agencia Francesa de la Lucha contra el Dopaje es una de las cosas buenas de esta edición del Tour. No es nada excepcional haber descubierto cuatro positivos después de tres semanas de controles tan dirigidos. Trabajamos con determinación para que los millones de personas que hay en las cunetas sigan sonriendo. No echaremos la vista atrás. Queremos afrontar el futuro con un trabajo sin igual para tratar de eliminar la sospecha aunque sea una tarea muy difícil.
El Tour no sabe de crisis.
El problema es el dopaje. No lo es el Tour ni, por supuesto, la afición. La gente que piensa esto se equivoca de enemigo. La afición, los patrocinadores y las ciudades quieren estar con nosotros. Hay más de 230 solicitudes para albergar una etapa en el Tour.
¿Entre ellas la de Pamplona en 2010?
Es posible que vayamos, porque en esa edición se cumplirán cien años del primer paso por los Pirineos. Hay una propuesta de una etapa entre Bayona y Pamplona que sería espectacular y muy dura.
