Otro gran momento de gloria, ¿no?

­­Es especial estar en un podio del Tour, sí. Desde hacía tiempo sabía que este maillot verde era un objetivo al alcance, que lo podía conseguir si la salud me respetaba. En años anteriores siempre tuve algún problema.

Sólo le faltó ganar en los Campos Elíseos, ¿verdad?

Lo intenté pero no tuve fuerzas para remontar. Pero no cambio la etapa por el verde en el podio.

Usted siempre lo tendrá más fácil que un sprinter puro.

Cogí puntos en etapas que nadie se esperaba, ni siquiera Zabel o Hushovd. Tras la etapa del Tourmalet vi que no era difícil llegar hasta aquí con ventaja.

¿Cómo le sentó escaparse allí?

Bien. Es mejor pasarlo delante que en el grupo de cola.

¿Por qué para usted tiene más mérito este maillot?

Porque lo he hecho sin mucha ayuda del equipo porque, al margen de Flecha en algunas etapas, el Rabobank ha estado pendiente de Menchov. El año pasado, por ejemplo, Tom Boonen tuvo a ocho corredores con él.

Impagable.

Es que a los sprinters les dejan a 150 metros de la llegada sin que les dé ni un golpe de viento. Yo me tengo que pegar dos arrancadas antes para llegar arriba, y antes me he tenido que pelear en los intermedios para coger puntos. Me lo he ganado yo todo.

A veces nos centramos demasiado en la general.

Este maillot es igual de duro que el amarillo. Se podría decir que yo ya he ganado mi Tour.

España le recordará por esto.

No creo. He sido tres veces campeón del mundo y no pasó nada. Esto es mucho menos todavía, pero me gusta.

¿Y el año que viene?

Voy a tratar de presentarme en mejor forma e ir a por más etapas, no sólo una.