- ¿Qué sensación le deja este tercer triunfo?
- No tengo un mensaje predeterminado. Mi sensación es que me he divertido como nunca lo había hecho encima de una bici. Resultó un placer correr el Tour desde el primer día hasta el último.
- ¿Irá a por más?
- Mi trabajo y mi obsesión es ganar el Tour de Francia. Seguiré viniendo hasta que vea que he perdido la pasión.
- ¿Qué pasión?
- La de levantarme cada mañana y desear subirme a la bicicleta, entrenarme y ganar carreras. El día en que eso no esté dentro de mí, me iré y no volverán a verme más. El hecho de querer igualar el récord de Indurain vendrá con el tiempo, lo que se tenga que hacer se hará.
- ¿Qué es para usted el Tour?
- Es un espectáculo global planetario. Ha cambiado mucho en los últimos años y se ha convertido en un monstruo. Es el evento más grande del mundo del ciclismo.
- Usted es el único que va con guardaespaldas en el Tour.
- En el ciclismo también hay fans que conllevan muchos riesgos. Yo intento evitarlos como hacen los corredores de Fórmula 1 por ejemplo. El ciclismo ya no es un deporte donde venía la familia y luego ibas a casa a dormir.
- ¿Se ha sentido querido en Francia?
- Ni más ni menos que en otro lugar. Reconozco que empecé el Tour nervioso y que me costó entrar en juego. Pero los que me silbaron durante la carrera vinieron a París con botellas de champán para celebrar el triunfo.
- ¿Cree en milagros tras haber superado de esta forma un cáncer?
- No sé si creer pero lo cierto es que cada día me sorprendo más. Tengo sentimientos muy cercanos al éxtasis, voy descubriendo que puedo mejorar físicamente y me ilusiona.
- ¿Pero aún le atemoriza el cáncer?
- El cáncer siempre está en mi mente. Le tengo el mismo miedo que antes pero me enfrento a él vis a vis. Con salud nada me atemoriza.
- ¿Va a ir a la Vuelta?
- Es una decisión que no tengo tomada. Prefiero descansar y pensarlo con tranquilidad. En septiembre también tengo una carrera en San Francisco.
