Benítez, Bale y el Conde Lucanor

Benítez echó mano ayer de una de las fábulas del Libro del Conde Lucanor, la del padre, el hijo, el burro y las cuatro críticas. Benítez empezó su carrera de entrenador como discípulo distinguido de Del Bosque, y bien se notó ayer, porque esa fábula la utiliza con frecuencia Del Bosque. Hasta creo recordar habérsela oído contar alguna vez a Molowny, a su vez profesor de Del Bosque. Pero desde luego, el seleccionador es devoto de las enseñanzas de ese libro, que creo que tiene en la mesilla de noche. Y muchas veces ha tirado de ese cuento, tan bueno para entrenadores criticados hagan lo que hagan.

Sólo que Benítez lo ha soltado como el que dice algo que ha escuchado muchas veces, pero mal colocado. Aquí no ha habido variedad de colocación de padre e hijo sobre el burro o al lado de él, de donde viene la gracia del cuento. A Benítez sólo se le ha criticado que se esté mostrando en exceso solícito con Bale, hasta el punto de concederle una posición privilegiada en detrimento de otros y sin que hasta hoy se le vean las ventajas. Y como en cinco partidos de nueve el Madrid no ha marcado gol, empieza a haber inquietud por ello. Y Benítez se defiende repitiendo lo que tantas veces escuchó a Del Bosque.

Lo que necesita es que Bale convenza en su nueva posición o que se coma la banda, para lo que tiene mejores condiciones. Jugador extraordinario, su fuerte no está en el espacio corto y la precisión en la última puntada que sí tienen Isco y James. Su fuerte es la zancada imparable, el centro al área y el zambombazo con la zurda. Tiene la protección del club (que ayer emitió una entrevista con él para que veamos que ya habla castellano) por la cuantía de la apuesta presidencial. Pero sólo el propio Bale puede justificar sus privilegios, no una fábula mal traída por uno que ha oído campanas y no sabe dónde.