Uuuuffffffffffff...

Reflexión. Antes de entrar en honduras de mayor calado, recurriré al topicazo que encierra una verdad más grande que las Torres KIO: en estos campos es donde verdaderamente se ganan las Ligas. Me lo dijo el presidente de la Peña de Béjar (Salamanca), el coqueto pueblo del ciclista Laudelino Cubino y el futbolista Vavá (fue Pichichi con el Elche), en cuya sede social asistí al agónico y milagroso triunfo en Córdoba. Ya les avisé en mi columna del AS del viernes que el Madrid sólo ganaría en El Nuevo Arcángel si se lo tomaba tan en serio como lo hizo en Eibar. Pero es evidente que los pupilos de Ancelotti no me leyeron o, lo que es peor, si lo hicieron les pareció un comentario baladí y exagerado. Pero yo, al igual que mis compañeros del periódico, teníamos información privilegiada. El jueves estuvimos en Córdoba con el presidente (Carlos González), con Djukic, con Ghilas (me recordó a Benzema y no sólo por su paisanaje), con Florín (este rumano-español es un diablo en el área) y con Abel. Y con cerca de 300 cordobesistas cargados de la mejor táctica para derribar un imposible: la ilusión. El equipo blanquiverde puso la intensidad, la agresividad emocional y el juego. El Madrid paseaba en carroza de caballos frente a la mezquita mientras se pedía un fino. Unos trabajaban y ponían la plaza en pie. Otros sesteaban al sol cordobés, olvidando que en el fútbol, como en la vida, la ejemplaridad no entiende de días libres...

¿Relax? Los tres puntos son de oro, pero me pregunto cómo se puede jugar tan plano, tan gris y sin espíritu de combate después de una semana de descanso. Quizás ese fue el problema. Mucho spa, mucho relaxing cup of coffee in Valdebebas y poco sudor fruto del esfuerzo en los entrenamientos. Hay que ponerse las pilas y olvidarse de lo grandes que somos (campeones del Mundo, de Europa, de España…). El Madrid te obliga a no mirar por el retrovisor si quieren seguir haciendo cumbre antes que el enemigo. Seguimos líderes y con todo a favor, pero jugando así, un día el fuego devorará las ilusiones de esos miles de madridistas que a estas horas me trasladan su preocupación y su malestar.

Grande Karim. Generalizar siempre acarrea ser injusto con más de uno y de dos. Ese uno fue Benzema. No sólo recuperó el equilibrio con un gol de pillo, sino que en mitad de la zozobra, en la segunda parte, fue de los pocos que seguía enchufado y buscando vías de aguas en la sólida defensa cordobesista. En Getafe y en El Arcángel, evitó que la cuesta de enero fuese más indigesta todavía.

Cristiano, calma. Se equivocó y él lo sabe mejor que nadie. Pidió disculpas al acabar el partido y eso le honra. No piden perdón todos los que meten la pata en un campo de fútbol y yo podría llenarles libros enteros con los nombres de ellos. El crack está nervioso y quizás no esté en su mejor momento anímico. Pero seguro que no volverá a suceder lo de ayer. Ánimo, campeón.

Gran afición. Me quito el sombrero (cordobés, por supuesto) por la magnífica afición de este club que estuvo a punto de escribir la página más bella de su historia. Con ese entusiasmo seguirán otro año en la Liga VIP. El justo penalti transformado por Bale impidió el gatillazo del líder. Eso evitó muchos disgustos. Me alegra el triunfo por mi amigo Juanfran Chelle (¡saldrás adelante, amigo), Santi de Valdemoro, Chero de Villalbilla, Álvaro de Linares de Riofrío y Raúl del Refugio de Candelario. ¡Líderes!