Rossi gana, Lorenzo es segundo y Márquez acaba por los suelos

La carrera de MotoGP de Australia fue una cuestión de supervivencia y no hay un superviviente mejor que Rossi, capaz de resistir a varias generaciones de rivales y al paso del tiempo como nadie. Su victoria en Australia fue la 108 de su gloriosa carrera y habían pasado nueve años desde la anterior en Phillip Island. Fue entrañable oírle decir después que había llegado a pensar que nunca volvería a ganar en una pista que tanto le gusta, pero lo hizo de nuevo, por sexta vez en la clase reina, tantas como su amigo Stoner.

 El Doctor venció porque volvió a ser más listo que sus rivales y porque conserva intacto el espíritu guerrero que la he llevado a ser leyenda. Es cierto que sin la caída de Márquez cuando lideraba la prueba, a diez vueltas del final y con cuatro segundos de renta sobre el italiano, la historia habría sido diferente, pero también que Valentino comenzó a ganar la carrera antes de que empezara, con la elección del neumático delantero extra blando…

Él, Lorenzo y Smith apostaron por esa opción y fueron los que finalmente coparon el podio, el primero para el inglés y un segundo decepcionante para el español, porque padeció un Bridgestone delantero defectuoso, a lo que desde la marca nipona contestaron que era culpa de su pilotaje y de la puesta a punto de su Yamaha. Crean a Jorge, porque no es la primera vez que sucede y tampoco es habitual que le comiera terreno tan fácilmente Rossi, primero, y Crutchlow, después. Por suerte para él, los hubo que también tuvieron problemas con el asimétrico duro y la caída en la última vuelta de Crutchlow, sumada a la anterior de Márquez, le permitió heredar un podio para el que le hubieran faltado recursos con esa goma que se le destruyó por el perfil izquierdo.

El año pasado los Bridgestone ya fueron protagonistas aquí y ahora volvieron a serlo, por malos y ayudados por la bajada de la temperatura al cambiar el viento de dirección. En vez de soplar de cola en plena recta, que es más caliente, se puso a hacerlo en contra, procedente del océano, más frío. Eso enfriaba el perfil de las ruedas de curva a curva y fue lo que mandó al suelo a Márquez, a Crutchlow y a Pol en curvas de derechas. La caída de Pol le privó del que pudo ser su primer podio en MotoGP, con permiso de Aleix, al que a su vez le tiró un despendolado Bradl y, casi peor, le estropeó el único motor fresco que le quedaba con vistas a Sepang.

En cuanto a Pedrosa, su carrera estaba siendo desastrosa y fue a peor cuando, rodando noveno, Iannone le embistió y le chafó el guardabarros trasero, provocando su posterior retirada. Con tanto abandono como hubo, a Bautista le pareció su sexto un sexto irreal, pero a Barberá en cambio, y con razón, su quinto le supo a gloria, porque ganó con su Ducati Open a todos los que tenía que ganar, a las Honda Open, al propio Bati y a Hernández. Por eso se aferró a su posición en el corralito a pie de podio como mejor Open cuando le quisieron sacar para meter a Redding. Era un error, porque su Ducati lleva la centralita que proporciona el campeonato y el Avintia Racing pudo disfrutar de ser la mejor Open en un gran premio.