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CICLISMO

Víctor Tasende, ejemplo de superación en la Titan Desert

Se quedó tetrapléjico con 17 años y, tras desear la muerte, tomó las riendas de su vida para salir adelante. Da charlas y estuvo en Bilbao: "Cada uno se tiene que trabajar sus sueños"

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Víctor Tasende, con una bicicleta

Una conversación con Víctor Tasende remueve por dentro a cualquiera. Era un muchacho alegre, "poco deportista, preocupado más bien por el confort de mi consola... mi habitación era mi universo". A los 17 años estaba jugando con un amigo a lanzarse de cabeza a una piscina. En la última zambullida se golpeó con el fondo y se quedó inmóvil, boca abajo. Tuvieron que sacarle, bajo una situación de pánico. Los médicos le pusieron en lo peor: "No le deseo a nadie lo que pasé. Si me dijeran que tengo que volver a pagar ese precio para estar donde estoy, no creo que lo hiciera", admite con voz firme.

Se quedó tetrapléjico y le esperaba una vida asociada a una silla de ruedas. "Durante un año y cuatro meses todo fue muy lento. Mi vida durante mucho tiempo era el techo de un hospital. Reconozco que me quería morir, aunque a los amigos y los médicos les ponía buena cara. Mi verdad, la muerte, era la mentira; y la mentira, la vida, era la verdad", prosigue en un relato de su experiencia. Decidió entonces por su entorno trabajar más que nunca y por el respeto que les profesaba, agarrarse a la esperanza. "Me subí al tren de la vida", celebra. Trató de practicar bádminton y tenis, pero apenas tenía movimiento en las extremidades y no era capaz de darle a la pluma o la pelota. Luego se pasó al remo; tenía el lado izquierdo muy deteriorado y fueron probando a babor y estribor, hasta que creyó ver algo de luz. La recuperación de este coruñés comenzó con una leve actividad en sus manos, que poco a poco fue extendiéndose al resto de su cuerpo, con enorme esfuerzo. "Se movió una mano y todos se centraron en cómo había sucedido, si lo había hecho yo, si fue un espasmo... A raíz de ahí empezamos a trabajar mucho", cuenta. A partir de ahí, la emoción. Pudo erguirse, ganó fuerza abdominal, empezó a mover los dedos de los pies, los tobillos...

Se considera una persona "deportista y luchadora", debido a las especiales circunstancias que la vida le ha reservado: "Me he visto obligado a madurar de forma prematura por criarme sin padres, conté con la ayuda de mi abuela de la que tuve todo su apoyo, y esto sumado al accidente, han provocado que sea la persona que soy hoy". Su afán de superación le ha llevado, ahora a sus 29 años, a completar la Titant Desert, una de las pruebas extremas más duras de bicicleta de montaña a nivel mundial, y a cubrir tres Ironman: Lanzarote, Barcelona y Galicia. "No piensas que vas a poder con algo tan duro como la Titant -se emociona-. Te ves en ninguna parte, a lo largo de unas horas interminables, en el desierto. Hay que debilitar los miedos con nuestros recursos". Había comprobado que GAES ponía unas becas basadas en perseguir tus sueños, "presenté un proyecto en base a mi accidente y mi vida deportiva y me adjudicaron una". 

"Todo suma, siempre suma. Hay que sumar día a día, momentos, experiencias, tanto lo positivo como lo negativo. Ese sería mi lema, todo suma, nunca digas nunca", expone como eslogan vital. La semana pasada Víctor estuvo en el Palacio Euskalduna de Bilbao para compartir su experiencia de superación en el marco de unas conferencias testimoniales, organizadas conjuntamente entre GAES y Fundación Grupo SIFU. "Me motiva estar en una prueba extrema, pero también transmitir mi experiencia a uno u ochocientos oyentes; me retroalimenta por ver que el mensaje cala en ellos. No quiero que me miren y digan: 'Es Dios', sólo les trato de transmitir que cada uno se tiene que trabajar sus sueños y si pongo un pequeño granito de arena para ello, me doy por satisfecho. Lo principal que trato de contagiar es que no hace falta sufrir un hecho traumático cercano a la muerte para tomar las riendas de nuestras vidas", concluye.