Según informó la moto de carrera de la RAI, antes del descenso de Cima Sappada, una cota no puntuable a 141 kilómetros de la meta en Piancavallo, Tom Dumoulin se puso a orinar y sus adversarios le atacaron. Luego el suceso se confirmó y se desdijo tanto en la RAI como en el Sunweb: no se encontraba parado ni en plena faena, sino despistado a cola de pelotón. José Joaquín Rojas advirtió a Nairo Quintana, y el Movistar aprovechó la situación junto al Bahrain de Vincenzo Nibali. Aceleraron y dejaron cortada a la maglia rosa. El neerlandés, fastidiado ya por la imagen del apretón, lo explicó sin problemas: “Cometí un error de principiante, iba atrás y me pillaron desprevenido. Gracias a mis compañeros y a otros con intereses comunes no perdí el Giro”.

Con la colaboración del FDJ de Thibaut Pinot y del Katusha de Ilnur Zakarin, el grupo del siciliano y el colombiano consiguió más de un minuto y medio de ventaja sobre el líder, a quien ayudaron Orica (Adam Yates), Trek (Mollema), Jumbo (Kruijswijk) y Fly Emirates (Polanc). Enlazaron en la subida de Sella Chianzutan, tras un buen sofocón. En la salida de San Candido, Dumoulin y Nibali escenificaron firmar la paz después del cruce de declaraciones del tappone dolomítico. Y Dumoulin no imaginaba que las amenazas se convertirían en realidad tan pronto y de forma tan desfavorable.