-Vaya etapa.

-Vaya etapa, vaya etapa... qué pena. Realizamos un enorme esfuerzo en el Sky. Kiryienka tiró como un animal, Deignan se dejó la vida después de ascender el Stelvio para ampliar nuestra ventaja, y yo coroné la segunda pasada como pude, justito de fuerzas. Sin embargo, me confié en los últimos 75 metros y Nibali me batió. Tomó mucho mejor la curva final de la llegada y me ganó. Joder, una lástima. ¡Bah!

(Landa atendió a AS y El Correo tras saltarse los protocolos de las televisiones. Notablemente emocionado y contrariado, aunque con buena cara).

-¿Hablaron Nibali y usted?

-No, él simplemente me gritó “Mikel” una vez que le di relevo. No sé qué me quiso decir. Por mi parte, creo que fui demasiado generoso al tirar dentro de los últimos tres kilómetros para que sacara diferencias a Nairo. Pensé que igual no me disputaba la victoria, pero la carrera es la carrera. Resulta normal, se juega el título de aquí hasta Milán.

-Pese a la derrota, honró la jornada reina del Giro 100.

-Desde dentro me pareció un día muy bonito. Disfruté del calor de los aficionados, vi ikurriñas por bastantes lados, lo que me llevó a pensar en casa. Aunque la agonía se notó en las piernas, disfruté, disfruté muchísimo del espectáculo que ofrecimos. No sacamos el triunfo merecido, pero me divertí sobre la bici.

-¿Qué siente?

-Estoy desilusionado, qué voy a decir. Deseaba vencer. Ni con la victoria iba a cambiar la rabia y decepción que siento por aquella caída y perder la oportunidad de aspirar a la general. Mi objetivo era llegar a esta tercera semana con opciones de subir al cajón de Milán. Y sabía que estaba muy bien. En cambio, no sé ni qué hacer. No tengo un desafío claro, una motivación.

-¿Ni la maglia de escalador, la Cima Coppi conquistada o ese triunfo que se le ha escapado?

-Sí, lo comprobaremos. Faltan cuatro días. Quizá lo intentemos de nuevo este jueves. Ahora lo mismo la motivación puede ser luchar por los aficionados con otro etapón.