AS COLOR Nº253

Boonen, adiós al rey del pavés

Con 36 años Tom Boonen colgará la bicicleta tras la París-Roubaix. Se va uno de los mejores ciclistas en la historia de las clásicas de primavera.

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Tom Boonen durante un entrenamiento para la Paris-Roubaix 2012.
AFP

Fabian Cancellara y Tom Boonen fueron durante muchos años los reyes del pavé. Entre los dos se repartían las principales clásicas de primavera. Marcaron un antes y un después, pero desde 2017 el adoquín se sentirá huérfano. Cancellara se retiró, con 35 años, al término de la temporada 2016. Por su parte, a sus 36 años, Boonen decidió aguantar un poco más y colgar la bicicleta tras la París-Roubaix 2017, su carrera fetiche. En ella quiere retirarse como el más grande, siendo el único en ganarla en cinco ocasiones.

El belga es uno de los clásicos del ciclismo, uno de los pocos que ha mantenido una fidelidad, casi de por vida, a su equipo, algo complicado en un mundo como el ciclismo. Con 1,93 metros de altura, Boonen pronto destacó y demostró que sería un gran velocista. El corredor de Mol (región flamenca de Bélgica) destacó en el campo amateur obteniendo importantes victorias en la Paris-Tours sub-23 y en la París-Roubaix amateur. Esos logros llamaron la atención del todopoderoso US Postal, que lo fichó en 2002. En su primera temporada como profesional reafirmó sus sensaciones de amateur y terminó tercero la París-Roubaix.

Su primera campaña llamó la atención del pelotón. Él se dio cuenta y vio que en el mismo equipo que Lance Amstrong no tendría hueco, por ello firmó con el proyecto de Patrick Lefevere y Wilfried Peeters, el recién creado Quick Step-Davitamon. Allí Boonen era el rey y lo retribuyó con grandes resultados. Su estallido no tardó en llegar, ganó la Gante-Wevelgem en 2003, demostrando que era un hombre de clásicas. Además, en 2004 fue el segundo ciclista con más victorias del pelotón. Boonen ya no era una promesa, sino una realidad.

Pese a ese despunte, la consagración llegó en 2005, cuando grabó su nombre en la historia del ciclismo con letras de oro. Boonen fue el octavo corredor en la historia en apuntarse en una misma temporada las dos clásicas más importantes: la París-Roubaix y el Tour de Flandes. Dos victorias de prestigio con dos estilos muy diferentes. La primera atacando en un grupo reducido y en la segunda, al sprint. El belga no cerró su mejor año, hasta el momento, sumó dos victorias en el Tour de Francia y el Campeonato del Mundo en ruta al final de la temporada.

Tom Boonen celebra una victoria en el Eneco Tour de 2006.

Los éxitos iban con Boonen y el belga los tomaba todos. En 2006 fue el ciclista con más victorias, destacando su segundo Tour de Flandes y tres etapas en la París-Niza. En 2007 llegarían dos etapas más en el Tour y el prestigioso maillot verde de la regularidad. En 2008 y 2009 se apuntó su segunda y tercera París-Roubaix, el adoquín era su hábitat.

Su carrera vivió un bajón en 2010 y 2011, fracasó en las clásicas y grandes vueltas (pocas que disputó), en esos dos años sólo sumó una nueva Gante-Wevelgem. El año 2012 fue el de su renacimiento, volvió a brillar en las clásicas logrando un segundo doblete en el Tour de Flandes y en la París-Roubaix. El año 2013 volvió a ser malo. Boonen ratificó que había perdido su punta de velocidad, los sprints tenían nuevos dominadores y buscó un nuevo rol. El belga se convirtió en un gregario de lujo, con su gran envergadura volaba en el llano y ayudaba a los suyos. Pero siguió su idilio con las clásicas, ahí era el rey.

Ganó varias, pero ninguna de gran enjundia. Desde ese año destaca su tercer puesto en el Mundial de Ciclismo de Ponferrada, en 2014. En 2015 vivió su momento más difícil en el ciclismo, se cayó en el Tour de Abu Dhabi y se fracturó el hueso temporal. Seis meses de baja, y muchas incógnitas sobre su futuro. Ahí demostró que es un guerrero. Peleó por regresar y lo hizo, pero temió por su continuidad. Desde su vuelta se marcó disfrutar de cada segundo sobre la bicicleta. Trabaja como el que más para sus compañeros, brega en las clásicas en busca de una última victoria, es su único su sueño. Por ello, se marcó un último objetivo. Es, junto con Roger de Vlaeminck, el rey de Roubaix y en su adoquín se quiere despedir. Buscará una nueva victoria, pero sobre todo despedirse del terreno que le hizo pasar a la historia del ciclismo mundial.

Tom Boonen lidera un grupo en la edición 2016 de la Paris-Roubaix.