—Enhorabuena por la segunda Copa de España. ¿En qué se diferencia de la primera?  

—Quizá el año pasado fue un poco sorpresa. Este año la encaré con más ambición y en el equipo siempre me dieron confianza, a pesar de que en las dos primeras pruebas (de las nueve) no estuve bien.

 —¿A sus 24 años, será este el empujón definitivo hacia el pelotón profesional?

—Debería ser, pero la situación es difícil. Con resultados y victorias no basta. A veces pienso qué más tengo que hacer para tener oportunidad. En otras épocas estaría descartando ofertas, pero ahora...

—De hecho, ya tuvo una experiencia en las filas del continental Cycling Academy israelí.

—Estuve varios meses pero sin continuidad. Sirvió para coger experiencia en el extranjero.

—La Selección también se ha fijado en usted, ya que le seleccionó para la Vuelta a Madrid.

—Sí, y en la primera etapa estuve en el corte bueno, aunque a 3 kilómetros me noté sin fuerzas y no pude disputar el triunfo (ganó Lobato, del Movistar).

—En España está difícil...

—Es complicado. También he tenido algún contacto en Japón, pero creo que antes debo intentarlo en Europa. En España hay pocos equipos y muchos tienen una filosofía clara. El Movistar es el mejor equipo World Tour y es difícil, el Caja Rural tiene un equipo amateur y cuida a sus ciclistas desde muy pronto, el Euskadi fomenta la cantera vasca... ¡Y me parece muy bien aunque a mí me perjudique! Ojalá hubiera un equipo cántabro que hiciera lo mismo.

—En su tierra, Cantabria, hay tradición.

—¡Desde luego! De aquí es un tal Óscar Freire, por poner un ejemplo. Equipos amateur sí hay, como el mío o el Aldro.

—Usted es un ciclista al modo de su paisano, rápido y que supera bien las cuestas.

—No se puede comparar, yo sólo he destacado a nivel nacional. Pero sí que para ganar la Copa hay que ser completo.

—¿Y cómo encara lo que queda de temporada?

—Sin pensar que ya está todo hecho. Debo seguir peleando.