El pelotón del Giro volverá a enfrentarse al sterrato. Esta vez afrontará un único tramo, de 6,4 kilómetros, en plena ascensión al Alpe di Poti (10,2 km al 4,5%) y con la meta de Arezzo a sólo 20 km. Los últimos mil metros de la etapa, con un 5% de pendiente y de adoquines, tienen también su miga. Nueva ocasión para probar a Tom Dumoulin… o para que brille el neerlandés, líder asentado: “Espero llegar de rosa a la crono de 40 km. Luego, deseo ganar esa contrarreloj”. Poco a poco, su discurso adquiere un tono más ambicioso: “No renunciaré a nada”.

Alejandro Valverde lo avisó en Roccaraso, cuando Dumoulin defendió y amplió su ventaja: “No se puede esconder, ha mostrado su tremenda fortaleza”. La octava jornada le va fenomenal al murciano: “Como suelo decir, si se presenta a tiro lograr un triunfo, intentaré aprovechar”. A Valverde no le sentó bien la llegada en alto del jueves: “Anduve algo extraño por esa mezcla de frío y calor, pero no debo preocuparme”. Mikel Landa se encuentra en una situación parecida. No termina de arrancar: “En un par de días quiero coger mi nivel”.

Peor marchan las cosas en el Astana. Giuseppe Martinelli, director del equipo kazajo, aceptó “las culpas” después de que Nibali le señalara en Roccaraso: “El coche equivocó la táctica”. Tampoco le fue bien a Chaves ayer: cedió nueve segundos en un corte. Mientras, André Greipel celebró al sprint su quinta victoria en el Giro, la tercera consecutiva del Lotto Soudal.