Wiggins besaba el suelo del velódromo y Cavendish se abrazaba a su mujer e hija, mientras el Lee Valley londinense se venía abajo. Así fue el final de la prueba de madison de los Mundiales de Londres, una carrera emocionante, vibrante y donde España logró el bronce con Albert Torres y Sebatián Mora siendo protagonistas en todo momento. Un podio merecido, pero que no se certificó hasta el último sprint, lo que hace valorar más una medalla de bronce mundial que se suma al oro del propio Mora en scratch. 

Desde el principio se vio lo caro que iba a estar entrar en el cajón. Francia, finalmente plata, fue la más lista de inicio. Ataque de salida, vuelta ganada y a controlar. No tardaron la Colombia de Gaviria (que sufrió una caída) y Suiza en apuntarse a esa estrategia. Las tres selecciones habían aprovechado el marcaje que por detrás se hacían las favoritas. A las aceleraciones españolas siempre salía Gran Bretaña, Bélgica, Italia... Lo mismo pasaba con las británicas, aunque Wiggins y Cavendish sí sumaban puntos en los sprints intermedios. En el ecuador de la prueba, dominaba Francia Colombia y Suiza, mientras que el equipo británico era cuarto, líder destacado de los que no tenían giros de ventaja.

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Todo dependía de ese giro y entonces llegó el momento culminante de la prueba. Gran Bretaña y España encontraban, a 30 vueltas para el final, el momento de lanzar el ataque bueno y se marcharon juntas. Wiggins, Torres, Cavendish y Mora se relevaban en sus respectivos turnos mientras las gradas se venían abajo en apoyo de los británicos. El grupo intentaba reaccionar, pero ya era tarde. A falta de sólo 16 vueltas, los representantes británicos y españoles conectaban con el grupo. Cavendish y Wiggins (este se quitaba el amargo sabor de la plata en persecución) eran oro, pero España...

La Selección era cuarta y se jugaría el metal en un último sprint emocionante donde su segundo puesto le colocó tercera y sacaba a Suiza del podio. Un bronce merecido después de ser protagonistas y que les permitió entrar en la foto del podio de una prueba preciosa.