VUELTA A ESPAÑA | ETAPA 11

Landa se coronó en Andorra

El ciclista vasco ganó la etapa reina y confirmó que el futuro es suyo. Aru es el nuevo líder. Dumoulin perdió el maillot rojo, pero sale reforzado. Froome se cayó y perdió 8:41

0
Landa se coronó en Andorra
DANI SANCHEZ

No perdamos el tiempo, nadie lo hizo: Fabio Aru es el líder de la Vuelta y Tom Dumoulin el ganador virtual. Mikel Landa se confirma como el ciclista español con mayor proyección, nuestra única estrella internacional cuando se agote la generación de oro. Lo de Froome también lo sabíamos: es un dignísimo campeón, un ciclista de una integridad conmovedora. Sobre el talento de Purito como decorador de exteriores no dudamos jamás.

Para ordenar las sensaciones seguiremos la clasificación de la etapa. Diremos para empezar que Mikel Landa venció sobrado, dentro de lo posible. Era una meta para atravesarla reptando y él la cruzó repartiendo saludos, erguido sobre la bicicleta, sereno, hasta sonrosado, sin el rostro crispado y famélico de otros supervivientes. Era, aseguran, la etapa más dura de la historia de la Vuelta, igualmente salvaje en Tour o Giro. Bien, pues Landa se propuso ganarla y la ganó. Como si fuera fácil.

Orgullo

La victoria de Mikel Landa es tanto una demostración de fuerza como de rebeldía. El ganador nunca tuvo la tentación de esperar a Fabio Aru en el último puerto para cortarle el viento o marcarle el ritmo, para regalarle la etapa y la máxima bonificación. Quién sabe si por el pinganillo escuchaba Cadena Dial. Lo seguro es que no atendía a los consejos de su director. ¿Traición? Más bien orgullo, condición fundamental de todo campeón que se precie.
Landa no actuó como un gregario por la sencilla razón de que no lo es. La lección la aprendió en el pasado Giro, cuando Astana despreció su mejor posición en favor de Fabio Aru. Probada la obediencia, ahora tocaba desobedecer. Comprometido con el Sky para la próxima temporada, sólo le quedaba una respuesta: lograr un triunfo histórico que el destino se encargó de redondear. Además de ganar, llegó por delante de Aru.

La duda que se plantea ahora es cuál será el papel de Landa en el Sky, equipo de un solo líder. Ya hemos visto lo que ha ocurrido con Mikel Nieve, de promesa rutilante a gregario cualificado. En cierto modo, es lo mismo que sucedió con Heras cuando se enroló en el US Postal. Rebelarse contra el Imperio Británico le será más difícil que hacerlo contra Kazajistán. Lástima que Unzué haya dejado escapar (otra vez) al ciclista español que peleará por las generales del futuro.

El éxito de Landa no resta valor la conquista de Fabio Aru, nuevo maillot rojo. El italiano atacó a la distancia de los campeones ambiciosos, a 7’5 de la meta. Fue el movimiento que terminó de reventar a otros favoritos. Purito, cartógrafo de la etapa, minimizó los daños con ayuda de Dani Moreno. Dumoulin hizo algo más. El holandés defendió el liderato con un recital de pundonor, calma y clase. Perdió el maillot, pero se ha ganado el respeto. Sale de Andorra como el principal candidato para ganar en Madrid y como enemigo público de la jauría de escaladores (recuerden la crono de 38 km).

Más atrás se vivió otra proeza. Froome se cayó en el kilómetro cinco, se hizo daño, se descolgó y llegó a la meta a 8:40. Lo relevante es que ni abandonó ni se abandonó. Aceptó el sufrimiento que exigía la etapa, aunque ya sin aspiraciones. Honró a la Vuelta y se honró a sí mismo.