VUELTA A ESPAÑA | 7ª ETAPA

Escuela de calor

Lindeman se coronó en Capileira, donde Aru fue el mejor entre los favoritos. Froome cedió en la subida. El calor castigó al pelotón. Chaves sigue líder.

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Escuela de calor
Dani Sánchez

Cada vez que triunfa una escapada deberíamos brindar por los sueños imposibles; no lo son tanto. Poco importa que el ganador sea holandés o bielorruso. Lo relevante es que vence lo improbable, y de forma indirecta el servicio de loterías del estado, la ilusión incierta. De hecho, comprar un décimo (boleto o papeleta) es escaparse en solitario contra un millón de probabilidades con sprinter en sus filas. De ahí que resulte tan indicada la victoria de Lindeman, un ciclista del Lotto (loterías de Holanda) que predica con el ejemplo: después de tres fugas en la Vuelta a España, logró la victoria.

Lindeman, también conviene admitirlo, no era el protagonista que esperábamos. Imaginábamos a un favorito en solitario o en compañía de otros, supervivientes todos de un tiroteo infernal. Nos ocurre siempre. Para cada etapa de montaña soñamos con un OK Corral y pocas veces acertamos, casi nunca si Alberto Contador está en su casa. No hubo batalla fabulosa. Los mejores se ordenaron por decantación, seleccionados por el sol y no por el desnivel. No es raro, por tanto, que la temperatura (al borde de los 40 grados) fuera tema de conversación. Peter Sagan (a 23:54 del ganador) lanzó el lamento más extravagante: “Es absurdo correr así”. Se le disculpa por la juventud y por el recalentamiento craneal. El riesgo es que, a su sombra, crezcan los defensores de ese ciclismo light que no puede pisar alberos ni atravesar anticiclones. La épica, ingrediente sustancial de este deporte, necesita de circunstancias extremas y circunstanciales, nevadas imponentes en el Gavia o calores africanos en La Alpujarra.

Al final, el efecto en las clasificaciones fue más interesante que los movimientos en carrera. Fabio Aru aventajó en siete segundos al grupo de favoritos (más cuatro de bonificación) y Froome perdió con ellos casi medio minuto, al igual que Mikel Landa (Van Garderen entregó 49 segundos). Ocurrió todo sin grandes convulsiones, sin posibilidad de extraer conclusiones, sin pistas fiables. Trabajo del Astana para continuar la tarea del Movistar y en última instancia un arreón de Nairo al que respondió Chaves sin dejarle terminar el experimento

No lo dije: el Chavito continúa de líder después del primer contacto con la alta montaña. Tampoco comenté, y es oportuno, que Tom Dumoulin sigue a diez segundos del maillot rojo. El gigante holandés coronó Capileira con los mejores (Chaves, Valverde, Quintana, Purito, Roche, Pozzovivo...), lo que nos hace pensar que, tal vez, su hazaña nos está pasando inadvertida entre elogios a Colombia. Quién sabe. Podríamos encontrarnos ante un corredor en plena reinvención. Estaremos atentos. No hay amenaza mayor en el orbe ciclista que un contrarrelojista que doma la montaña.

Fugados. De los cinco fugados poco qué decir, salvo la correspondiente reverencia. Txurruka, Quintero, Koshevoy, Cousin y Lindeman desafiaron al sentido común, al calor y a sus propias fuerzas. Venció quien tuvo mejores sensaciones en el último instante, quien distrajo mejor al cansancio. Ganó quien más lo ha intentado. La inspiración, como la suerte, te debe pillar trabajando.