Romain Bardet, sexto en el pasado Tour de Francia, se autoinvitó a la fiesta de los grandes gallos y se coronó en el Pra Loup, la meta de la quinta etapa del Dauphiné y primera de las cuatro llegadas en alto consecutivas que se sucederán en esta carrera. El francés del Ag2R dio toda una exhibición con un ataque a 22 kilómetros, pero no consiguió la ventaja suficiente para enfundarse el maillot amarillo, que ahora tiene a 20”. El nuevo líder es Tejay Van Garderen (BMC), que entró segundo.

El escalador francés atacó en el último tramo del puerto anterior, el Allos, y se lanzó en solitario en el descenso, en el que logró abrir hueco para rematar en la cima del Pra Loup, un puerto menos exigente, pero marcado por la historia: Eddy Merckx cedió ahí el maillot amarillo del Tour de Francia ante Bernard Thévenet en 1975 y no volvió a vestirlo jamás. Bardet aventajó en 36” a Van Garderen y en 40” a Chris Froome.

Beñat Intxausti, que apura aquí su buen golpe de pedal del Giro, entró en la cuarta posición, a 42” de Bardet, y ha ascendido a la segunda plaza de la general, a 17” de Van Garderen. A un kilómetro y medio de la meta, con el francés ya inalcanzable, Froome remató el trabajo del Sky con un ataque marca de la casa, duro y seco, con la mirada fija en el potenciómetro. Sólo el nuevo líder y el vasco del Movistar, no sin sufrimiento, pudieron seguir su estela. El estadounidense, incluso, le remachó al final.

Vincenzo Nibali, otro gran favorito al Tour que corre el Dauphiné, no resistió en los puestos de vanguardia y llegó a 1:59. Purito Rodríguez lo había hecho a 1:11 y Alejandro Valverde y Rui Costa, a 1:53. Jean Christophe Péraud, segundo el año pasado en los Campos Elíseos, desapareció a 10:57 minutos. El Dauphiné siempre es un buen termómetro para la Grande Boucle, pero no definitivo. El próximo 22 de julio, muchos de estos protagonistas se volverán a encontrar en este mismo escenario. Será otra historia.