Como hace siempre desde que Xavi Tondo falleciera en 2011, Beñat Intxausti le dedicó su triunfo en Campitello Matese. Un beso a sus dedos índices en forma de X, y mirada al cielo. Aquel 23 de mayo, en la vivienda que compartían los dos en Sierra Nevada, no pudo evitar la accidental muerte de su compañero catalán: “Lo vi todo y no pude hacer nada. Mientras la puerta del garaje se cerraba, el coche se movió para atrás. Yo no lo pude parar. No había nadie, todo el mundo bajó en bici. No tenía el teléfono de nadie, ni siquiera el mío, no sabía qué hacer. Fue terrible, un palo tremendo”.

Después de atravesar una mala época, Beñat Intxausti recuperó la sonrisa en 2012, con la general de la Vuelta a Asturias. En 2013 consiguió en Ivrea su primera victoria en el Giro de Italia (terminó octavo y también se colocó de líder en Pescara). La Corsa Rosa le apasiona. Se trata de la única grande en la que goza de plena libertad. Y el 30 de mayo puede celebrar en Turín la 24ª Copa de su Athletic. Probó en cadetes, pero los responsables de Lezama no le ficharon. En el ciclismo le va muy bien.