Mientras el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) estudia su caso por unos valores irregulares en su pasaporte biológico, Roman Kreuziger competirá desde este martes en el Tour de Omán con el número 25. El Comité Olímpico Checo le absolvió, así que la Unión Ciclista Internacional (UCI) y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) recurrieron y solicitan para él una sanción de dos a cuatro años, 770.000 euros de multa y la eliminación de sus resultados desde marzo de 2011. Un castigo ejemplar, aunque los periodos sospechosos comprenden Giro y Tour de 2011 y Giro de 2012. Y puede correr, como en su día su compañero Contador, porque no ha recibido ni una suspensión temporal ni un veto por parte de los organizadores.

Cristóbal Belda, uno de los redactores del dossier que la Federación Española de Atletismo (RFEA) utilizó para exculpar a Marta Domínguez de las anomalías en su pasaporte, aporta otro informe para la defensa de Kreuziger ante el TAS. En los documentos publicados por el checo, el doctor, especialista en oncología, culpa de los cambios en los reticulocitos al hipotiroidismo (una enfermedad encuadrada en la endocrinología) y su medicación (una pastilla diaria de 100 mcg de L-Thyroxine). La misma teoría de Marta. Al margen de unos reticulocitos medio punto superiores a lo habitual, el baile del hematocrito es determinantemente significativo en el Giro de 2012: cuando un descenso se trata de lo normal en plena ronda, sus parámetros subieron de 43.2 a 44.8, para pasar a un tope de 48.1 el día antes de ganar en Alpe di Pampeago.

Kreuziger no ha participado en una carrera desde la París-Tours de 2014, el 12 de octubre. Para defender su inocencia creó una web con testimonios de médicos y más pruebas exculpatorias, como una sesión de polígrafa superada. El Tinkoff le alinea “para ejercer presión sobre la UCI”, como reconoce el mánager de la estructura, Stefano Feltrin: “Él es elegible y ha exigido el lugar que le corresponde por contrato en la carretera. Roman lo ve como una maniobra para que la UCI note presión”. En las jornadas previas a su debut en 2015, Kreuziger se mostró esquivo en el Hotel Millennium de Omán, sin querer valorar otra cosa de lo que ya ha dicho: “No me dopé, no soy tramposo, espero que se haga justicia”.