No hacía falta ser ningún especialista para redactar el parte meteorológico de la crono del Tour de Qatar: “Mucho viento y pobre visibilidad”. La tormenta de arena impedía ver los rascacielos de Doha, construcciones mastodónticas que apuntan a los 300 metros de altura, y las fuertes ráfagas (estimadas en unos 60-70 km/h, depende de a quién preguntaras) casi te arrastraban cuando te encontrabas a descubierto. De nuevo, un día duro en la oficina para el pelotón.

Bradley Wiggins, campeón del mundo de contrarreloj en Ponferrada 2014, estrenó su maillot con el casco, el culotte, los guantes, los calcetines y las zapatillas a juego, blanco impoluto, y montó sobre un marco especial. En fondo blanco, el Sir británico grabó en la bici su apodo, la bandera de su país y el arcoíris, además de los mejores logros de su trayectoria: el Tour 2012 y sus oros mundiales y olímpicos en pista y en carretera. También descubrimos en competición el nuevo tatuaje que recorre entero su brazo derecho.

Y tanta parafernalia… para la galería, ya que le superaron Terpstra y Cancellara. A pesar a las intenciones de Wiggo (“Salí a full gas”), el neerlandés, vigente campeón de la carrera, fue el mejor sobre el trazado de 10,9 km por los alrededores del circuito de motociclismo de Lusail. “En 2014 lo hice muy bien aquí (acabó quinto, tras Hepburn, Boom, Bennati y Cancellara). Mi objetivo es repetir el título”, afirmó Terpstra. En la pelea por la general, con tres jornadas por delante, con sus previsibles sprints y bonificaciones, aventaja en 11 segundos a Bodnar. Una renta suficiente, salvo sorpresas, dado el dominio del Etixx en el llano qatarí.