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Tour | Tercera etapa

Marcel Kittel tomó Londres

Segundo triunfo del alemán al sprint. Contador en cabeza del pelotón, detrás de sus compañeros Roche o Tossato para minimizar el riesgo de caídas.

Actualizado a
ESPECTACULAR. El alemán Marcel Kittel se impone a sus rivales en el Mall londinense, junto al Palacio de Buckingham.
JESUS RUBIODIARIO AS

Desde hace algún tiempo, Londres ha tomado ventaja a Nueva York como ciudad de póster, como metrópoli de referencia estética. El viraje se convirtió en verdad científica cuando Woody Allen la eligió como escenario de las películas que antes rodaba inevitablemente en Manhattan. Muchos descubrieron entonces que Londres ya no tenía niebla, o no tanta como para dar cobijo a Jack El Destripador. Con la ayuda de Scarlett Johansson, Notting Hill y de los Juegos Olímpicos de 2012, la ciudad terminó de acicalarse.

El lifting de Londres no ha afectado, sin embargo, a la lluvia: uno de cada de tres días está pasado por agua. Ayer fue uno de esos. Cuando el pelotón del Tour penetró en el área urbana (la mayor de la Unión Europea), comenzó a lloviznar. Aunque los ciclistas hubieran preferido ser recibidos con una taza de té caliente, hay que agradecer el esfuerzo de Inglaterra por mostrarse en todo su esplendor. La imagen de las cunetas inglesas repletas de público será tan recordada como las dos victorias del alemán Marcel Kittel, vencedor el primer día en Harrogate y, ayer mismo, bajo la lluvia de Londres.

Hubo quien se sintió decepcionado por el desenlace, pero tampoco conviene abusar. Los velocistas no estarán sobrados de oportunidades en la presente edición. Además, a falta de mayores emociones, la lluvia añadió una dificultad extra a la última parte del recorrido, lo que nos permitió ver a Contador en cabeza del pelotón, detrás de sus compañeros Roche o Tossato. Ningún otro favorito hizo un esfuerzo parecido por minimizar el riesgo de caídas. Ni el líder, Nibali, ni Froome, recibido como un hijo pródigo y saludado desde las marquesinas y la publicidad de los trenes (Nairobi perteneció al Imperio hasta 1963).

Mucho antes de llegar a Londres, concretamente en el primer kilómetro de la etapa, dos insensatos probaron fortuna en solitario: el checo Barta (NetApp) y el francés Bideau (Bretagne-Seche). Sus probabilidades de éxito eran similares a las de ganar el Euromillón: una entre 76 millones.

Pese a todo, compraron boleto. Se entendieron, se relevaron y sólo rompieron la sociedad cuando el bretón se quedó sin fuerzas y sin gloria (hace 20 años del último triunfo de un ciclista de Bretaña, Pascal Lino). El checo, por fin, fue cazado a seis kilómetros de meta. Sólo le faltó sonreír a la cámara. Lo diremos más veces a lo largo del Tour: hay algo hermoso en intentar lo que se sabe rematadamente imposible.

Historia. El pelotón completó los últimos kilómetros hecho una furia. Así entró en The Mall, la enorme avenida que conecta Trafalgar Square con el Palacio de Buckingham y que en origen fue un campo pall-mall, antecedente del croquet. Allí termina la Maratón de Londres y allí terminó también la prueba de fondo en carretera de los últimos Juegos.

Por allí volvió a emerger la figura de Kittel, seguido de Sagan, como en Harrogate. Rojas, noveno el primer día, acabó ayer octavo. Sin tiempo para extenderse en las entrevistas, la caravana hizo las maletas camino de Francia, 70 años después del Desembarco. Londres quedó atrás, altiva, elegante y guapa. Que no se moleste París.