—¿Cómo va su debut en el Giro de Italia?

—Bien, salvo por la caída. Me sirve la experiencia de mis dos Vueltas. Venía a apoyar a Aru y Scarponi, y si podemos jugar mi baza en alguna jornada de montaña, lo aprovecharemos.

—¿Ambiciones personales?

—Por querer, una etapa y ser la revelación de la carrera.

—¿Qué tal la adaptación a un nuevo grupo?

—Me han acogido de maravilla. Me entiendo bastante en italiano y los que más me han arropado han sido Gasparotto y Scarponi.

—Sus prestaciones en Astana contrastan con la última temporada en el Euskaltel, en la que pareció estancado.

—Quizá ayude el cambio de aires, una nueva escuadra… todo influye. Aparte, me siento bien y he trabajado muy duro.

(Con el maillot kazajo ha logrado los mismos triunfos que en tres campañas con el Euskaltel, uno: una meta en alto en la Vuelta a Burgos, por otra en el Giro del Trentino).

—¿Observa diferencias entre las dos estructuras?

—Sí. Astana es más grande, cuenta con más gente alrededor y más medios.

—¿Quién apostó por usted?

—Mi director, Giuseppe Martinelli, fue el que se interesó por mi situación. Me quiso fichar y me sentí muy halagado. También Vinokourov preguntó por mí. Antes de venir, me informé y creo que he acertado.

—¿Cómo llevó la desaparición del Euskaltel?

—Supuso una lástima para los aficionados de Euskadi, y por los compañeros y los auxiliares que aún no han encontrado hueco dentro del pelotón. Mantengo el contacto con bastantes de ellos, sobre todo con los hermanos Izagirre.

—Ahora los hinchas vascos pueden elegir entre los equipos en los que han recalado los exnaranjas.

—Quizá sea una manera menos identificativa de animar, pero bonita por la variedad.