Yo he tenido la desgracia de presenciar, muy de cerca, dos accidentes fatales. El de Manuel Galera, al que se le salió la cadena y cayó de cabeza cuando sprintábamos en un puertecillo en la Vuelta de Andalucía 1972. Y el de Juan Manuel Santisteban (en la foto), en la 1ª etapa del Giro de Italia 1976, quien además de ser compañero, era paisano y amigo.

Rodábamos por Sicilia. Yo pinché a unos 50 km de meta y se quedaron a esperarme Santisteban y Carlos Ocaña. Bajábamos un puerto por una carretera muy ancha, a 80 km/h. Santi, que iba en cabeza, pegó con el pedal en el pretil en una curva y salió volando. Paramos, pero recuerdo que nuestro director, Antón Barrutia, nos dijo que siguiéramos que él no podía continuar.

Pensamos que se había roto la clavícula o una pierna. Cuando llegamos a meta Marino Basso me dijo: "Santisteban e morto". No puedo expresar la angustia que sentí, que sentimos todos. Queríamos abandonar y Luis Knörr, patrón del Kas, nos dio permiso. Pero Vincenzo Torriani, organizador del Giro, nos convenció de que seguir era el mejor homenaje para Santisteban y abrió una colecta para recaudar fondos para su viuda durante el Giro, que fue la carrera que más a disgusto he estado nunca. No hubo ni un momento de risa en los hoteles. Ni cuando Menéndez ganó una etapa.