Contador es el jefe

Ciclismo | Tour de Francia

Contador es el jefe

Contador es el jefe

jesús rubio

Sacó 22 segundos a Armstrong y 48 a Sastre. Cancellara, líder.

La primera duda está resuelta. Contador es el jefe. Del Tour estaba claro, pero del Astaná no tanto. Ahora todo resulta muy claro, pero existía la posibilidad (remota pero cierta) de que Armstrong hubiera superado ayer a su compañero o de que se aproximara tanto a su tiempo que la diferencia fuera considerada inapreciable. En ambos casos se hubiera alimentado el morbo de la disputa, de los dos gallos, del golpe de estado.

Las aguas corren más tranquilas después de visitar Mónaco. Con la misma exageración que planteamos la guerra negamos a estas horas la competencia. Y es fácil que sigamos equivocados. Ni Armstrong amenazaba el favoritismo de Contador ni le desacreditan los 22 segundos que perdió ayer (fue mejor que 170 ciclistas). Su carrera se plantea al acecho y que nadie tenga duda de que atacará si se lo permiten los dados y las fuerzas. E insisto: será bueno que así sea, en beneficio del espectáculo, de su crisis de los 40 y del liderato deportivo de Contador.

Hay que decir, no obstante, que la primera etapa no tenía nada que ver con los prólogos al uso. Se trataba de una contrarreloj exigente, con una primera mitad en subida constante, apropiada para los corredores de fuerza pero poco apta para los prologuistas habituales y para quienes, como Armstrong, conocen los secretos de la aerodinámica y los molinillos.

Si venció Cancellara fue por su potencia de purasangre y por la especial relación de los suizos con los relojes. Si Contador terminó segundo es porque domina cada especialidad, incluida la que mide la capacidad de los favoritos para correr con presión. No la siente o no la aparenta. Al contrario: le estimula y le mejora. Son raros los campeones, están conectados al revés.

Contador, que vestía un peculiar maillot rojigualda por ser campeón de España contrarreloj, marcó el mejor tiempo en la cima de Beausoleil y en la bajada se vio condenado por sus 65 kilos, quince menos de los que empujan a Cancellara. Al final, el suizo le sacó casi un segundo por kilo. Poco importa. La intimidación está asegurada y no hay abuso del que acusarnos.

La clasificación, como ocurre en estos casos, es un mapa del tesoro. Para empezar, y al margen del gran favorito, destaca la forma de Kloden, que sólo cedió cuatro segundos con su compañero Contador. Evans y Leipheimer ocuparon sus puestos y el joven Kreuziger se confirmó como dorsal a seguir. Mikel Astarloza, magnífico, entregó sólo 44 segundos con Cancellara.

Tapado.

Algo más lejos de la cabeza, Carlos Sastre no dejó pistas y se comportó como un sobrio escalador castellano (perdió 48 segundos con Contador) y su tiempo rondó los de Andy Schleck, Gesink, Pereiro o Menchov, el más decepcionante de los primeros espadas. Luis León Sánchez tampoco anduvo fino y perdió en meta 1:48.

Al margen de la exhibición de Cancellara, el Astaná sale como el otro ganador de la jornada. Lo más probable es que sus corredores aumenten su ventaja en la crono por equipos del próximo martes (39 kilómetros), para la que no hay formación con más talento. Esa tarde, Contador debería enfundarse el amarillo. De momento, viste de lunares rojos.

Pero no adelantemos acontecimientos. Algo nos sugiere que este Tour será propicio para una segunda línea de corredores, los Walkowiak o los Pereiros, capaces de burlar la vigilancia de los favoritos. También queda por ver cómo ejercerá su capitanía sobre el pelotón el Astaná, plagado de estrellas y escaso de obreros. Así es, hemos resuelto una duda y todavía nos quedan cien.