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Ciclismo | Tour de Francia. 18ª etapa

El ogro teutón

Burghardt batió a Barredo en el sprint. Sastre no se movió

Actualizado a
<b>IMPOTENTE. </b>Barredo intentó superar a Burghardt en el sprint, pero sucumbió ante el alemán.
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Nos ganó un alemán tan alto que cuando levantó los brazos para celebrar la victoria casi derriba la pancarta de meta. Nos venció un ciclista que no cabía en el podio, de carrillos tan elevados que las azafatas tuvieron que escalar para cumplir el protocolo. No había nada que hacer ante un tipo así, tan largo y tan fuerte, tan rubio. Y no se podrá decir que Carlos Barredo no lo intentó: demarró subiendo, bajando y en el llano. Hasta atacó mientras su rival se abrochaba la cremallera del maillot. Fue en vano. Nuestras flechas salían con ventosa.

En cierto modo se puede afirmar que a Barredo le traicionó el recorrido, igual que a nosotros. El perfil del penúltimo puerto sugería en los mapas una subida exigente, propicia para las emboscadas, pero cuando llegó el momento nos encontramos con unas amables rampas que partían del jabonoso pueblo de Pelussin. También lo acusaron los favoritos. Imposible bautizar así una batalla, una gesta. Imposible ser un hombre corajudo y proclamarse, para los restos, el héroe de Pelussin.

Barredo no pudo distanciar a su rival en esas cuestas y el pelotón pasó por allí sonriendo a los paisanos. De manera que el puerto no tuvo trascendencia ni en la etapa ni en la general. Ya en Saint Etienne, los escapados repitieron esas sesudas tácticas del velódromo que suelen dar la victoria al más rápido. Mientras el alemán cruzó la meta con su enorme anatomía desplegada, el español se presentó aporreando el manillar y lamentando su pena negra.

Por detrás, el único movimiento entre ilustres tuvo como protagonistas a Kreuziger y Andy Schleck, que pelean por el maillot blanco del mejor joven y que pueden pasarse los próximos diez años peleando por prendas de diversos colores. El checo se escapó pasado Pelussin y el joven Schleck le dio caza sin demasiados apuros.

Más allá de los escapados y los favoritos hay que reseñar la abrasadora caída de Cunego, que se quemó barbilla y pecho al resbalar por el asfalto en los primeros kilómetros de la etapa. Otro se hubiera retirado, pero el italiano demostró carácter al correr descolgado durante 190 kilómetros en compañía de cuatro compañeros. La llegada del quinteto a 20 minutos del ganador fue un curso de solidaridad y superación.

No ocurrió más. Y eso indica que los aspirantes aceptan que el sábado será el juicio final. Todos, los que luchan por el amarillo y los que sueñan con el podio, sienten que cuentan con una opción, cercana o remota, en esa eterna crono de 53 kilómetros.

Variaciones.

La etapa también propició otros pensamientos. El primero tiene que ver con las bonificaciones. Toda la vida renegando y ahora muchos las echamos de menos. No sé si me inspira la justicia o la patria, pero creo que la batalla entre Sastre y Evans hubiera merecido un premio para el ciclista más agresivo.

La siguiente reflexión se refiere a los patrocinios. Columbia (ropa deportiva) sumó ayer su quinto triunfo, un impacto publicitario que justifica la inversión de un sponsor que se sumó a última hora. Hasta el Tour, el equipo se denominaba High Road, que es el nombre de la sociedad propietaria de la licencia y el que aparecía rotulado en los maillots. Nada vendía High Road, sólo ciclismo y paciencia. También un mensaje: se puede empezar de cero.