Exhibicionista

TOUR 2001

Exhibicionista

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REUTERS

Esta vez no hubo sorpresas ni estrategias del Actor's Studio. Armstrong venció y lo hizo a su estilo, con su cadencia de mountain bike, a cien pedaladas por minuto. Ullrich fue segundo y Beloki, tercero. Como la etapa de Alpe d'Huez, como el podio del año pasado, siempre igual, a la misma distancia.

El americano deja el rastro del correcaminos mientras Ullrich boquea como un besugo y Beloki respira en la chepa del coyote. Si se conforman con recuperar lo invertido, apuesten por ese orden en París. Si tienen alma de millonarios, aunque sea de ilusiones, síganme. Esta es la teoría de la conspiración.

Armstrong ha lanzado ya sus dos grandes ataques, brutales y demoledores. Todo estaba planeado desde que en invierno inspeccionó las etapas y recorrió hasta siete veces esta misma cronoescalada. En su memoria se registra cada curva y cada piedra. Sus victorias en el Tour siempre se han construido con demostraciones en las primeras jornadas de montaña, que han servido, a partes iguales, para sacar tiempo y para intimidar al personal.

Pequeña tortura

La gran pregunta es: ¿qué le queda? Si tomamos como referencia sus victorias anteriores, no mucho. La tercera semana siempre fue para él una pequeña tortura. Tampoco es extraño, hasta Indurain se fatigaba (un poquito, lo juro) pasados los 15 días. Después de su bombardeo y de rociarnos con napalm las ilusiones, el balance del americano no es para echarse a temblar. Beloki está a 3:10 y Ullrich a 3:34. Tocados, lo acepto, pero a flote.

El golpe de estado se sustenta, por encima de todo, en la forma de Ullrich y Beloki, de menos a más. El alemán es un ciclista fabuloso y de ahí nace su ansiedad. Beloki ya está preparado para echar a volar. Ayer demostró una enorme serenidad cuando, después de ver a Armstrong con el rabillo del ojo, a punto de doblarle, se rehizo y completó una contrarreloj magnífica.

Hay más. Hay españoles a tiro de piedra. No hay que remontarse tanto para recordar cómo tocábamos las castañuelas cuando Perico Delgado llegaba a la gran montaña con apenas cinco minutos perdidos. Pues Sevilla e Igor están a seis minutos del americano. Ayer estuvieron soberbios. Galdeano ya tenía andares de campeón, pero a Sevillita le está saliendo la barba en el Tour. Qué necesarios son los ciclistas como él para no perder la pasión. Y también regresó Botero, y Laiseka, enjuto y antiguo. Quedan los Pirineos, y allí muchas batallas. Siempre hay una grieta, un momento en el que casi nunca pasa nada pero en el que puede pasar de todo. Lo mejor está por venir, no cabe duda.

Algún punto débil

No, no me he caído de un columpio, esto es el Tour de Francia y estas carreteras reventaron a todos los dioses que esculpieron. Además, queda partido, seguro que sí, ya habrá tiempo de hacerle la ola a Lance Armstrong, bienvenido Mr. Marshall. Un tipo que es amigo de George W. Bush tiene que tener algún punto débil, alguna tara que todavía no hemos encontrado. Quiero creerlo, necesito creerlo.